Burgos se vuelve a llenar en una tarde noche repleta de actividades, imágenes y sonidos. 27 mayo 2012
El Correo de Burgos
Burgos se vuelve a llenar en una tarde noche repleta de actividades, imágenes y sonidos
MARTA CASADO / Burgos
La Noche Blanca empezó con baile de salsa y el sol rodeando la Plaza Mayor. Conforme pasaban las horas, se multiplicaban los talleres y los puntos de atención. Los burgaleses empezaban a llenar los espacios públicos, las calles, después llegarían las colas para entrar a los edificios o a los espectáculos del Teatro Principal. La Noche Blanca con menos presupuesto de las cinco ediciones celebradas (100.488 euros) y segunda en número de actividades (124), acompañada de buen tiempo ha sacado a la gente a las calles y plazas con actividades desde las seis de la tarde. Todos pertrechados con una chaqueta porque la noche refresca. Las familias tomaron desde primera hora el Paseo de Atapuerca con actividades para bebés y niños pequeños que convirtieron los alrededores del complejo en un bosque de sillitas de paseo. Frente a lo que antes eran andamios, miles de personas hacían cola. El interés por conocer el interior del Auditorio era manifiesto desde el primer momento de la tarde. Con esta Noche Blanca se ha confirmado el Paseo de Atapuerca como otro de los puntos neurálgicos de la ciudad.
Pero no quita protagonismo a un Espolón que este año no estaba plagado de R pero sí de dinosaurios. La Fundación del Museo de los Dinosaurios preparó un taller interactivo con mil dinosaurios recortables que los más pequeños iban colgando entre los árboles y farolas a lo largo de todo el Espolón. El paseo del Espolón se ha tornado más creativo que nunca y lleno a rebosar de gente desde las siete y media de la tarde. Junto a los dinosaurios, el Club de Punto Burgalés organizó un taller participativo. Allí las abuelas se mostraban satisfechas de que las jóvenes sigan la tradición. Las jóvenes veían que se puede coser con las manos y el equipo tenía 100 ovillos listos para tejer mientras habían customizado los alrededores del taller. A las ocho de la tarde frente a la Diputación coches clásicos del pasado tomaron el centro. En la Plaza de la Libertad un nuevo taller de fabricación en barro, hasta 130 kilos para elaborar un mural final con diferentes esculturas en el taller de cerámica. La plaza del Rey San Fernando sirvió para que el Comité de Folclore recordara las danzas de caballos y por la calle Nuño Rasura las Pituister hacían de las suyas. En el Monasterio de San Juan Bambalúa Teatro mezclaba teatro italiano con espectáculo de sombras en la sala capitular del Monasterio de San Juan. Un texto de Edgar Alan Poe ponía la máscara roja y siniestra a este espacio en una producción de estreno. Y en la Plaza Mayor las sirenas sonaban con ritmo acompasado a las cuerdas de Franz Clochard. Una estética futurista y los sonidos de música experimental acercaban a los presentes al ambiente de los Encuentros en la Tercera Fase. Un sonido que se mantuvo hasta la madrugada acompañado de las imágenes que llenaron los edificios más emblemáticos.
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